Para Donald Trump, la matanza en Orlando fue una
oportunidad de repetir su retórica de aplicar medidas más fuertes contra
el terrorismo y ufanarse de su "yo tenía razón". Para Hillary Clinton,
fue un momento de elegir sus palabras con cuidado y reafirmar que es
hora de hacer inaccesibles "estas armas de guerra".
La masacre en Orlando ofrece un vistazo del agudo contraste entre los
casi seguros candidatos de los partidos Republicano y Demócrata, en
momentos en que el país se aproxima a unas elecciones presidenciales
preñadas de miedo al terrorismo, a la violencia de las armas de fuego y a
la terrible combinación de ambos.
No se sabía
siquiera el motivo de la masacre en Orlando cuando Trump y Clinton
hicieron sus declaraciones. Eso se supo después, cuando la policía dijo
que el atacante —identificado como Omar Mateen, un ciudadano
estadounidense de 29 años de edad— llamó a la línea de emergencias 911
desde el club para jurar lealtad a la agrupación que se hace llamar
Estado Islámico.
A medida que salía más información
al público, Trump usó Twitter para expresar que él estaba "orando" por
las víctimas y sus familias, pero a la vez aseveró: "¿Cuándo empezaremos
a ser duros, inteligentes y vigilantes?"
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