Casi una semana después de que sus padres lo abandonaran
en el bosque, el niño no derramó ni una lágrima cuando fue encontrado a
salvo el viernes. El soldado que lo encontró por casualidad en una
choza militar le dio dos bolas de arroz, que Yamato Tanooka, de 7 años,
devoró con ansia. Parecía cansado, pero estaba "genki", comentó el
ejército, empleando una palabra japonesa para describir a los niños
sanos.
El regreso del pequeño a salvo fue recibido en
un país en vilo por su desaparición, sumido en una profunda reflexión
sobre cómo educa y disciplina a sus niños.
La
historia de Yamato, reconstruida por los comentarios del ejército y la
policía, es admirable en cuando a recursos y resiliencia.
Sus padres, que intentaban enseñarle una lección por portarse mal y
tirar piedras, le hicieron salir del coche el sábado pasado en la isla
norteña de Hokkaido, en medio de un bosque donde se cree que hay osos.
Cuando regresaron unos minutos más tarde no lograron encontrarlo.
El niño, que al parecer caminó varios kilómetros, encontró la choza
vacía en una zona de maniobras militares y entró por una puerta que se
había quedado abierta. No tenía calefacción, electricidad ni comida,
pero Yamato se refugió entre los colchones en el suelo y bebió agua del
grifo que había en la choza durante varios días, según medios locales.
La gran operación de búsqueda, con 180 personas y perros rastreadores,
no encontró rastro del pequeño. El soldado que lo encontró no formaba
parte de la frenética búsqueda, pero el niño no tardó en identificarse
como Yamato Tanooka.
Su padre, que compareció ante
los medios delante del hospital a donde se trasladó al pequeño en
helicóptero, se disculpó con una profunda reverencia, dio las gracias a
todos por el rescate y prometió hacer un trabajo mejor como padre.
"Lo criamos con amor desde el principio", dijo el padre, Takayuki
Tanooka, luchando por contener las lágrimas. "De verdad no pensé que
acabaría así. Fuimos demasiado lejos".
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