viernes, 17 de junio de 2016

Griezmann se reivindica ante Deschamps.





El atacante francés Antoine Griezmann cambió el rostro de Francia con su entrada a la hora de juego en el duelo contra Albania que el sistema elegido por el seleccionador, Didier Deschamps, había enfangado para los anfitriones que solo pudieron reconducirlo en los últimos minutos de partido.
El jugador del Atlético de Madrid comenzó en el banquillo, algo que los internacionales galos no parecen haber digerido bien, como se desprende de sus declaraciones al final del encuentro.
Deschamps, decidido a que su figura centre la atención de un equipo ya desprovisto estrellas mundiales como Karim Benzema o Frank Ribéry, vio como prescindir también de Griezmann y de Paul Pogba, sus dos jugadores con más caché, le pudo costar caro.
No solo porque Francia jugó con fuego y a punto estuvo de cosechar un vergonzoso empate contra la debutante Albania, si no también porque su decisión puede haber creado alguna fisura en el vestuario.
"Teníamos que haber jugado así desde el inicio", aseguró el delantero Olivier Giroud, desesperado por la sequía de balones con la que se topó el tiempo que estuvo en el campo.
A la imagen del atacante del Arsenal, el 4-2-3-1 alineado por el seleccionador naufragó frente a los aguerridos albaneses, que consiguieron bloquear las bandas, por donde ni Kingsley Coman ni Antony Marthial, los preferidos a Griezmann y Pogba, pudieron marcar diferencias.
El propio Deschamps reconoció que su planteamiento no fue bueno y que "creó desequilibrios en la recuperación".
"En el descanso había que cambiar", afirmó el influyente Blaise Matuidi, que espantó toda crítica al entrenador, aunque sus palabras sonaban a descontento con sus decisiones.
En el vestuario existe la convicción de que la entrada de Griezmann fue clave para reactivar al equipo, que hasta entonces no había logrado ningún tiro entre los tres palos.
El seleccionador repitió en conferencia de prensa su discurso habitual: el grupo está por encima de las individualidades. Nada le desvía de su credo, aunque parece que el equipo le reclama un líder al que poder seguir, capaz de marcar la diferencia cuando el colectivo no acierte a hacerlo.
Griezmann es, a sus 25 años el hombre perfecto para tener ese papel, aunque eso ensombrezca un poco la figura del seleccionador.

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