jueves, 28 de abril de 2016

La educación de nuestros niños, niñas y adolescentes: una tarea compartida

La educación de nuestros niños, niñas y adolescentes: una tarea compartida


Elena Calderón Zúñiga - Enfoque a la Familia

Psicopedagoga y Educadora

Trabajando juntos podemos hacer la diferencia

La dinámica familiar ha experimentado un cambio considerable en las últimas décadas. Ahora tanto papá como mamá trabajan también fuera de casa, y los niños y las niñas tienen mayores responsabilidades dentro y fuera de la escuela.
El unir esfuerzos y compartir responsabilidades parecen excelentes aliados para hacerle frente a esta realidad.
Muchos padres se sienten abrumados, y con justa razón, ya que además de su carga de trabajo deben lidiar con las tareas y los periodos de pruebas de estudio de sus hijos, independientemente de su estado anímico o de la disposición de su tiempo.
Los docentes por su parte, comprometidos con su trabajo, tienden a agregarle a su labor profesional un “soporte emocional” que les permita a los niños y jóvenes, complementar sus requerimientos de afecto y cuidado.
Pero la “unión hace la fuerza”. Cuando los padres hacen un esfuerzo extraordinario por estar al lado de sus hijos durante el año escolar, ofreciéndoles apoyo sincero y dejándoles ver con claridad que ellos son una prioridad en medio de sus múltiples compromisos, los niños y los jóvenes tendrán un motivo más para valorar la formación que reciben en la escuela o el colegio. Y si agregamos a esto la dedicación y entrega que la mayoría de los maestros y profesores plasman en la educación de nuestros hijos e hijas, conseguiremos una combinación de esfuerzos que traerá grandes beneficios para ellos. 

¡Cumplamos con nuestra parte para beneficio de todos!
Prestemos especial atención a las siguientes sugerencias para hacer de la educación de nuestros hijos e hijas una tarea compartida.
Para los padres y madres de familia:
  • Supervisemos el trabajo de nuestros hijos: Es importante estar atentos a las actividades que llevan a cabo nuestros hijos e hijas, tanto dentro como fuera de la institución donde estudian.
La realización de tareas, los periodos de estudio y el calendario de exámenes, son tan solo algunos de los aspectos que debemos conocer con detalle, con el fin de apoyar a nuestros niños y jóvenes ante las demandas escolares.
Debemos recordar que las responsabilidades que nuestros hijos e hijas tienen en casa, son un ingrediente valioso en la formación integral de su sentido de responsabilidad.
  • Mantengamos una comunicación permanente: Conversar con nuestros hijos e hijas acerca de sus inquietudes e intereses, genera un ambiente de libertad y confianza.
  • Nuestros hijos e hijas necesitan ser escuchados: Hacerle preguntas que les permitan ver la situación que están atravesando de una manera más profunda, puede ayudarles a comprender mejor sus experiencias. Reservémonos nuestras propias opiniones, para oír lo que tienen que decirnos, y evitemos aplicar soluciones que resultaban adecuadas en nuestro tiempo y que asumimos serán apropiadas en este caso.
  • Seamos un apoyo: Permitámosles a nuestros hijos e hijas cumplir con los que les corresponde de acuerdo con su edad, y vivir las consecuencias de sus elecciones, teniendo plena seguridad de que estamos de su lado.
Para los y las docentes:
  • Intentemos abrir espacios de participación directa de padres y madres en el aula.  Un buen número de ellos, están más interesados de formar parte de una clase de lo que imaginamos.
  • Brindémosles la información del desempeño de sus hijos e hijas de una manera constructiva.
  • Escuchemos las sugerencias  e inquietudes de los padres y madres de nuestros alumnos, promoviendo una comunicación respetuosa y asertiva.   

 

Abramos espacios de diálogo   

Al relacionarnos con quienes nos rodean debemos establecer vínculos que nos permitan tener una buena comunicación.
En la relación entre padres e hijos, debemos tratar de buscar espacios que nos permitan conocer con claridad lo que ellos piensan o sientes acerca de algún tema o situación particular. Dejemos que lo expresen con sus propias palabras, y mostremos una actitud abierta y comprensiva, porque si nuestra respuesta está siempre marcada por el “juicio”, es muy difícil que nuestros hijos se sientan cómodos y seguros hablándonos.
Tengamos siempre presente que nuestros hijos e hijas necesitan de consejos y  abrazos, y quienes mejor que nosotros para dárselos.
En el aula, los educadores podemos promover un ambiente de “libertad emocional”, donde los estudiantes sepan que pueden acudir a nosotros, no sólo cuando tengan dudas sobre la materia, sino también cuando algo bueno ha sucedido en sus vidas o tienen un problema personal que no saben cómo resolver.
La comunicación abierta y sincera de los padres y las madres con los docentes puede constituir una excelente herramienta para abordar de manera integral la realidad en que se desenvuelven nuestros hijos e hijas.  Cuando surge alguna dificultad es más sencillo solucionarla si se cuenta con ayuda 
Unamos fuerzas para lograr una educación sólida y provechosa para nuestros niños y jóvenes. 

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