viernes, 13 de mayo de 2016

El cuidado de la intimidad conyugal. PARTE 2.


 El cuidado de la intimidad conyugal


Jesús Rosales Valladares - Enfoque a la familia.


Politólogo


Disposición pare remozar y cuidar la intimidad conyugal
Continuando con una compresión integral de la intimidad conyugal, la pareja debe con prioridad dedicar tiempo para estar juntos, para conversar, para compartir ilusiones y sueños, para remozar y reafirmar constantemente sus sentimientos -a través del contacto afectivo, las caricias, las palabras, los detalles- y cuidar de no desplazar o descuidar la salud de su sexualidad.
Siempre se presentarán motivos para dedicar tiempo a otras cosas. Siempre se podrá acudir a excusas que expliquen el abandono de algunas prácticas y comportamientos afectivos. Siempre existirán razones de carácter biológico o fisiológico que podrán argumentarse para disminuir el encuentro sexual o la disminución del apetito sexual. Y aunque muchos de estos factores son válidos y hasta inevitables, existen formas y recursos para poder enfrentar las diversas situaciones que se presentan y superar las amenazas que atentan contra una adecuada salud íntima conyugal. La disposición de la pareja es fundamental, y en muchos casos se deberá recurrir al apoyo profesional. No se trata de reprocharse o criticarse por el descenso del interés, por el cansancio, por haber caído en rutinas y costumbres que hacen de la relación una convivencia lejana, predecible y aburrida. Se trata de que ambos decidan remozar el vínculo permanentemente, comprender que la intimidad fortalece la pareja y a la familia también, que el matrimonio, para que permanezca y funcione apropiadamente, debe disponer de tiempo para compartir, para no perder los gestos y detalles afectivos, para mantener una calidad sexual satisfactoria para ambos y para poder profundizar en su unidad, crecimiento y desarrollo espiritual.

Intimidad conyugal y salud familiar
Mucha parejas expresan que han dejado de pasar tiempo íntimo al haberse incrementado las necesidades de atención familiar. Si bien esto sucede en la realidad, lo cierto es que el alejamiento y el enfriamiento de la intimidad conyugal terminan por afectar, sin lugar a dudas, a toda la familia. No por casualidad se reconoce al matrimonio como el fundamento de la familia. No se puede aspirar a familias vigorosas, estables y saludables, con matrimonios débiles, disfuncionales y distantes.
Una vida íntima conyugal comprendida en su verdadera integralidad permitirá no solo contar con parejas felices, y unidas en sus propósitos, seguras del amor y del compromiso que han asumido y realizadas en el disfrute físico, afectivo y espiritual, sino que, además, posibilitará consolidar de mejor manera familias estables y seguras, con una adecuada fundamentación afectiva y emocional. La confianza, la seguridad, la estabilidad y la adecuada autoestima de los miembros de la familia tendrá una mejor proyección a partir del ejemplo que se transmite en todos los ámbitos desde el matrimonio que da origen a la familia.
La calidad de vida de la pareja será el mejor referente para consolidar una buena calidad de vida familiar. Y en este sentido, una estrecha y saludable vida íntima conyugal, conducirá de una manera más segura al desarrollo de familias más saludables y funcionales.

Seis consejos para retomar la intimidad de pareja
  • Decidan y planeen pasar tiempo juntos como pareja. Procuren hacer las cosas que ambos más disfrutan. Empiecen por recuperar un tiempo a solas por semana, dentro o fuera del hogar.
  • Recuperen y no abandonen las prácticas afectivas, los detalles, las expresiones amorosas, el tomarse de la mano, acariciarse, besarse y abrazarse. No importa el tiempo y los años que hayan transcurrido. No permitan que el contacto afectivo sea solo un nostálgico recuerdo.
  • Fortalezcan la comunicación, el diálogo abundante, positivo, personal, el poder compartir en pareja sus sueños, ilusiones, temores y dificultades. Conversen, pero también escuchen con atención lo que hay en la mente y el corazón de su pareja.
  • Remocen y refresquen los encuentros íntimos, eviten caer en rutinas y costumbres. Procuren encuentros donde se cuidan los detalles, la privacidad, sin precipitación, cuidando el entorno con ambientes agradables. Concéntrense en el disfrute de su pareja y no solo en su satisfacción.
  • Propicien tiempo para compartir espiritualmente. Oren juntos, lean juntos, compartan sus inquietudes y necesidades delante de Dios, y procuren siempre animarse con confianza, esperanza y seguridad.
  • Comprendan que la intimidad conyugal no es un estado que desciende con el paso del tiempo, más bien es un proceso permanente e integral que debe ser nutrido y atendido con la decidida y entusiasta participación de ambos cónyuges, que requiere entrega, unidad de intereses y voluntades.

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